La noticia de la muerte de Fidel nos llena de tristeza. Pero nos reponemos. Jamás morirá, solo ha pasado a la inmortalidad desde la que renace. Sin duda es el fin de una era, ahora debemos ser dignos de sus enseñanzas cumpliendo con su legado. Su ejemplo de audacia, genialidad política, sensibilidad, austeridad, solidaridad y valores revolucionarios, lo mantendrán vivo siempre. Fue la culminación de las luchas de Cuba por la independencia e hizo realidad el legado de Martí. Puso a Cuba en el mapa del mundo. La convirtió en un país con dignidad, independencia y soberanía. En la primera década de la revolución se cumplió el programa de “La Historia me Absolverá” y en las décadas posteriores superó con creces lo prometido en dicho programa. En diversas áreas, como reconocen las principales agencias de ONU, Cuba se convirtió en modelo para los países del tercer mundo. Se logró reducir a niveles mínimos la pobreza y la desigualdad social. Garantizó una seguridad social universal en lo que se refiere a salud, educación y pensiones. Orientó una campaña de alfabetización - reconocida por UNESCO como modelo - que dejó a Cuba libre de analfabetos. Apoyó el desarrollo cultural en su más amplia dimensión al igual que la educación y la educación superior. La literatura, la música y demás expresiones culturales cubanas alcanzaron con su política cultural dimensión universal. Fomentó los mejores valores humanos y convirtió a Cuba en un ejemplo de solidaridad para los demás pueblos.
Cuba envió médicos adonde no los había o bien a curar enfermos a lugares intrincados adonde los médicos de dichos países no deseaban ir. Su liderazgo contribuyó de manera decisiva para lograr la plena independencia de Angola con el apoyo de los soldados cubanos y a la independencia de Sudafrica y Namibia como reconoció con alegría Nelson Mandela en la Plaza de la Revolución de Cuba junto a Fidel. Defendió siempre sin ambigüedades la causa Palestina y fue aclamado por los Líderes de los Países No Alineados y por sus pueblos como primun inter pares. Los médicos y profesionales cubanos han prestado sus servicios solidarios en más de cien países. Baste mencionar la ejemplar presencia médica cubana en fecha reciente en los países africanos afectados por el ebola y en Haití. Fue siempre el líder indiscutido de la revolución, no solo en Cuba, sino también en el tercer mundo y en América Latina y el Caribe, sirviendo de inspiración a los líderes revolucionarios y a los pueblos de esos países y brindando ayuda solidaria, compartiendo nuestros recursos con ellos. Che reconoció en él su inspirador y ejemplo en su carta de despedida. Su enorme energía le permitía dar un trato individualizado a cada uno de los internacionalistas, a cada uno de los que junto a él en distintos lugares del mundo y en la Isla compartían el esfuerzo de crear nuevos valores con el ejemplo. Se puso al frente de las tropas del ejército y de las milicias revolucionarias y logró derrotar junto a ellos en Playa Girón la invasión mercenaria organizada por la CIA en 72 horas, tratando, como siempre, con sumo respeto a los prisioneros. Sobrevivió a las batallas del Moncada, del Granma y de la Sierra y a más de 600 intentos de asesinarlo por la CIA. Creó hospitales y centros científicos en el estado del arte a nivel mundial y creó un polo científico al este de la Habana que está en la vanguardia de la biotecnología a nivel mundial y que incluso exporta vacunas a EE.UU., pese al bloqueo, dado el carácter pionero de estas en varias ramas de la medicina. Luchó contra toda forma de exclusión social y erradicó el racismo de la sociedad cubana con medidas concretas. Sabía hablar horas con su pedagogía convincente, pero también sabía escuchar en un aprendizaje permanente junto a grandes científicos, a premios nobel como el Gabo, pero sobre todo aprendía cada día del pueblo, con el que estaba en permanente contacto. Fue un gran estratega que jamás descuidó nada de la táctica. Pero lo principal de su legado es que dotó al pueblo de valores, como la generosidad, la solidaridad y la audacia, y le hizo sentirse digno y orgulloso de ser cubano. Mejoró decisivamente las condiciones materiales de vida del pueblo en las dos primeras décadas de la revolución, pero para movilizarlo siempre apeló al honor, a la conciencia revolucionaria y no a la promesa de bienes materiales. Ofreció compartir el riesgo y la gloria en aras de la justicia social universal y no perecederos bienes materiales, y dio siempre su ejemplo al respecto. Precisamente por esta nueva ética, por todos estos logros, Cuba logró sobrevivir en condiciones muy difíciles tras el derrumbe de la URSS y de los países socialistas del Este de Europa. El desafío ahora para los cubanos es mantener vivo su legado de acuerdo a sus valiosas enseñanzas y actuar cada día acordes con esta ética y estos valores.
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